El diablo en casa, con bigote y rabo, por supuesto.

Me hallo sentada en el sofá con la pierna derecha en alto y reposo, un bloque de hielo envuelto en una servilleta y tapada con una manta.  No sé si es correcto decir que voy a escribir esto en caliente, pero es un hecho, el desastre sucedió hace escasos minutos y a escasos metros.

Hoy es un día de reafirmación sobre una idea que me viene rondando la cabeza desde hace tiempo.  De los dos gatos que tengo en casa, uno es el diablo reencarnado.

Es ya conocida la habilidad del diablo para adoptar distintas formas, unas más bizarras, otras más simbólicas, como la cabra, y otras a modo de cebo para atraer al ser humano y tentarlo a pecar y así condenarse para la eternidad.

Mi gato satánico llego en forma de cachorro peludo de ojos azules y suplicantes a través de unos barrotes de jaula de la pajarería de mi barrio.

Es el destino que se cruza en tu camino, cuando vas a comprar pienso para tus otros dos gatos.  Si no es el destino podríamos llamarlo compra compulsiva, pero está claro que usó conmigo algún tipo de hechizo, también ya conocido gracias a la mirada del gato de Shrek.

Bien, este animalito venía cargado de pulgas, de hecho compré pulgas con gato.

Fue creciendo junto a su otros dos compañeros, con la diferencia de que usaba la técnica mofeta.  Cuando te acercabas se tiraba un pedo.  Los pedos de gato son de lo peor que hay en esta vida.  El pedo y su mirada de terror alimentaron el compungimiento de servidora durante el primer año de vida del animal.  Qué le había hecho yo para merecer esto? Los mejores colegios, las mejores ropas, la play 4… en fin, no entendía nada.

De su fase púber pasó a encontrar su sexualidad, y actualmente su novio es mayor que él y del mismo sexo (mi gato mayor, El Guapo), un gato madurito e interesante.  Ya se le pegara algo de él, pero no hay manera.

Ambos forman un equipo maravilloso lleno de amor.  Hasta aquí bien.  Pero su lado más maquiavélico pasa por el maltrato psicológico.  Llama al vecino simplemente para que éste se asome por la ventana y le diga lo guapo que es.  Maulla para que le abran la puerta y luego huye delante de tus narices.  Rasca la puerta y la empotra como si fuera un miura, le abres y no entra.  Quiere quedarse en medio, para joder, simplemente.

Otra faceta es su mirada, que lo delata en su intención de dominar el mundo.  Los ojos que de cachorro eran azules, ahora son marrones y achinados, te miran de una manera que no sabes si realmente está encantado de ser tonto y simple o está esperando a que te despistes para metértela doblada.

Se dedica a la vida contemplativa, mira al infinito, incluso mira fijo a zonas random para que pienses que tienes espíritus en casa.

Lleva dos días durmiendo sobre un viejo jersey polar que les cedí para que cuando salieran al patio tuvieran donde echarse al fresco, ahora no quiere ni entrar con su novio junto al radiador, estoy totalmente desconcertada.

Ayer me fastidió la siesta, maullaba, le abría la puerta y no entraba, así que lo dejé fuera.  Hoy lo ha vuelto a hacer y ha salido corriendo escaleras arriba al segundo nivel de mi patio.  Harta de todo y en plan the wild life, he salido corriendo detrás.

Se ha tirado al suelo panza arriba y he pensado…Ah, si lo que quiere es jugar.  Pero rápidamente ha vuelto a salir corriendo bajando las escaleras y yo he salido detrás, con la mala suerte de que me he resbalado y me he pegado la real hostia de 2014.

Pongo en antecedentes de que llevaba unos días con la rodilla izquierda mal y que compré Reflex, que ya está a 11€, por si alguien lo quiere saber, así ha subido el tema desde la EGB. Ayer noté mejoría y hoy aparentemente no me dolía.  He tardado unas horas en volver a estar jodida.  Hay un cupón de La Grossa en casa y no quiero ni acercarme, así están las cosas.

La casa huele a Reflex, pero hay un perfume que según te acercas a la zona de dos metros que me separan de la puerta del patio y de ese bicho infernal, lo puedes percibir, es el olor a resquemor, sí, ese de resentimiento, miedo y asco.  Hoy no quiero saber nada de él.

Lo rescaté de la esclavitud de los parásitos y la jaula compartida con otros tantos.  Se ha llevado los mejores piropos por ser un gato “estilo” british y sus habilidades para conquistar a todo aquel que se acerque.  Sara me dijo un día:  Este gato es el diablo.  Y yo me reía.

Hoy no me río y desde aquí, dolorida y escarmentada aviso, de que no es oro todo lo que reluce, dentro de ese animal reside la semilla del mal.

Debería llamar a Iker?